SEMANA SANTA 2015

Los acontecimientos se han  precipitado: Judas, uno de los discípulos de Jesús se ha llenado de ambición y quiere  negociar la entrega de su Maestro. Pudo haber sido el dinero quien lleno su codicia, según  lo que dice  la Biblia. Aunque después arroja las monedas a los pies de quienes se las dieron. O pudo haber sido pudo ser por un mal cálculo político, creyendo que todo el pueblo se iba a levantar contra los romanos en defensa de Jesús. Ese era el deseo de todos los zelotas  y  Judas era uno de ellos. Lo cierto es que negocio la entrega y les deja una señal para encontrarlo en el momento y  lugar más conveniente. El conoce bien los hábitos  de Jesús, cuando sube a Jerusalén: el Huerto de los Olivos, en Getsemaní, es su sitio preferido para orar en el silencio y la tranquilidad de la noche: “Aquel a quien yo de un beso, ese es”.

 

Aparentemente no pasa nada pero por debajo todo avanza hacia el jueves en la noche cuando se consumará la traición: “Judas, ¿con un beso entregas al hijo del hombre?”. Como siempre hemos entendido que Judas vendió a Jesús, fácilmente nos justificamos diciendo que nosotros ni lo hemos hecho ni lo haremos jamás. Pero hay muchos tipos de ambición y maneras de entregar a Jesús. Podemos entregarlo a cambio de un puesto o cargo, a cambio de un título o examen, a cambio de un favor en un ministerio o en un juicio, a cambio de que nos cubran las espaldas o nos silencien alguna falta grave… Tantas formas de cambiar a Jesús por unas monedas reales o simbólicas.